¿Cuáles son las causas de la ansiedad?
Se trata de
uno de los problemas psicológicos más comunes de la actualidad, puede ser muy limitante y, además, puede provocar otros problemas de salud añadidos. Genera un gran interés su estudio y entre alguno de estos estudios científicos queda constatado que las
crisis de ansiedad se hayan asociadas a determinados grupos de factores y que entre ellos se relacionan.
Nos encontramos con un factor común entre las personas que padecen ansiedad, y es que, saben reconocer que su miedo es irracional, pero aun sabiéndolo, no son capaces de evitar sentirse así. Esto se da, ya que tanto la ansiedad como el miedo son emociones, en su subconsciente, que es la parte más antigua del cerebro. Por lo que escapan al control de la corteza prefrontal.
No son emociones producidas por la mente consciente o racional. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué nuestro inconsciente nos hace padecer síntomas que nos hacen sufrir? ¿Cómo es posible que seamos los causantes de tantos síntomas? Para comprender
por qué surge este mecanismo tenemos que ir a nuestro interior, a la mente consciente y al inconsciente.
- Nivel consciente: el miedo y la ansiedad nos hacen sentir síntomas muy desagradables, tanto que los rechazamos y los vemos como algo negativo y poco adaptativo, ya que nos limita ha hacer nuestra vida diaria con normalidad.
- Nivel inconsciente: se encarga de proporcionarnos la garantía de sobrevivir y alejarnos de los peligros incipientes, por lo que se activa cuando detecta que estamos ante una situación amenazante o de peligro.
En la prehistoria, los seres humanos tenían que hacer frente a infinidad de peligros y situaciones amenazantes, como los depredadores o diversas luchas por lo que la ansiedad les ayudaba a afrontar tales situaciones. En la actualidad, los seres humanos continuamos el empleo de tales mecanismos, pero la respuesta es desproporcionada frente a los distintos peligros que barajamos en nuestra vida cotidiana.
Esto hace que se produzca una
sobreactivación que hace que estemos en un
estado de tensión alto y una constante ansiedad. Por lo que, a partir de este momento, es cuando el miedo y la ansiedad
pasan de ser mecanismos de autoprotección y de alerta frente a una amenaza o peligro perdiendo de ese modo su propio valor adaptativo,
para activarse cuando realmente son innecesarios.
Por tanto, si surge un estimulo que aparentemente no es peligroso o amenazante, para la persona que padece ansiedad, su cerebro sí lo concibe como una situación peligrosa o amenazante. Por tanto, se defiende activando el mecanismo de la ansiedad, lo que ancestralmente sería de huida o lucha.
Nuestro organismo nos da señales de aviso frente a que algo no va bien, y para garantizar nuestra supervivencia, no duda en activar la ansiedad y los mecanismos de dolor. Aunque no sea una sensación agradable, pero sí activadora para reaccionar ante el estímulo que se percibe como amenazante, esto también forma parte de la ansiedad.
Además, existen determinados factores que incrementan el riesgo de presentar un trastorno de ansiedad:
- Factores temperamentales o internos: son propios de la persona, su capacidad de tolerancia a la incertidumbre o frustración, sus habilidades para afrontar los conflictos, su propia personalidad: personas más tímidas, miedosas o pesimistas, entre otras. Se ha apreciado que estas personas son más proclives a desarrollar un trastorno de ansiedad.
Por lo que se podría decir que son factores emocionales experimentados por la propia persona a lo largo de su vida. Estos se relacionan con las creencias limitantes, pensamientos distorsionados o disfuncionales que ha ido adquiriendo y consolidando más la ansiedad.
- Factores genéticos: se aprecia que el trastorno de ansiedad tiene un componente hereditario, puesto que aquellas personas que tienen un familiar que presenta ansiedad, tienen mayor prevalencia de desarrollar dicho trastorno. Las mujeres, tienen mayor probabilidad frente a los hombres de presentar un trastorno de ansiedad.
- Factores ambientales o contextuales: vienen de la mano nuestro entorno cercano, es decir, las preocupaciones provenientes de las relaciones interpersonales que tenemos: familia, pareja, amigos, o trabajo. Son factores determinantes que son capaces de influir de forma concluyente en la aparición de diversos síntomas de ansiedad.
En definitiva, los estudios han demostrado que hay diversas diferencias individuales que originan la ansiedad, puesto que cada persona tiene sus propias experiencias previas, su propia educación recibida o emociones asociadas a eventos experimentados. Lo que hace que cada persona perciba una misma situación de diferente forma, y por tanto su respuesta de ansiedad sea diferente.